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Carismáticos

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El tío Juanete

     Fue en Villar del Humo, donde hace ya noventa y seis años, un 12 de Julio de 1901, vino al mundo un niño al que pusieron por nombre Juan, hijo de Perico Ávalos y de Cirila Navarro. Preparado desde su más tierna infancia para la carrera del trabajo, heredó de su padre el placer por gastar bromas; aún hoy, después de tantos años refleja en su rostro la chispa del embrome.

     Fue el mayor de ocho hermanos: Juan, Angel, Hilario, Eleuterio, Julián, Perfecta, Nicasia y María, de los cuales viven los cinco varones. Vivió hasta que se casó en la calle Alta, en la casa que actualmente ocupa su hermano Ángel. Con su mujer Josefa compartió parte de su vida de su vida, primero en el rento de la Magdalena y, posteriormente, en su casa de la calle Real. Allí vivieron hasta que ésta falleció. Actualmente vive con su hija María.

     Este pequeño-gran hombre, al que todos conocemos como el tío Juanete, ha hecho de todo en su larga vida: ha sido pastor, colmenero, labrador, remasador, comediante..., nos contó que en cierta ocasión hasta toreó a una gallina, a la que hubiera matado de buena gana. Pero por lo que más se distinguía era por su capacidad para inventar juegos y por su facilidad para animar todo tipo de fiestas -bodas, matanzas...- ¡Con él la diversión estaba servida!

     Este mito vivo, toda una institución de Villar del Humo, con altas dosis de humor, nos relata historias entre risas y alegrías,  de las cuales fue partícipe; de éstas hemos elegido unas pocas, aun sabiendo que todas están grabadas en la mente de muchas personas.

     Su rostro, gestos, mirada y actitud nos hacen ver su gran espíritu jovial que le ha acompañado siempre. Hablando con él revives hechos y costumbres de gran importancia en el pasado y que hoy son historia:

EL PUEBLO...

     "Antes en el pueblo, encaños por medio, puentes cruzándolos, y barro, mucho barro, ¡había unos barrizales!..."

     "Yo he ido mucho por todo el término, tan solo me quedó un rodete frente a la Toba, lo demás lo he recorrido todo... De aquí, del pueblo me gusta todo... y para las Pinturas ¡pues he llevado yo poca gente! Cuando iba con los extranjeros iba a todas, cuando no eran extranjeros les indicaba: ¡allá arriba! Les explicaba todo y me pagaban bien".

     Nos cuenta que antes vivía mucha gente tanto en el pueblo como en los rentos:

     "Vivía gente por todos lados... en la Vega las Tajás ¡pues había pocos!, más abajo el Germán, en Villar Hierro muchos, más abajo otros. En aquellos rentos del Tello, ¿allí? ¡Quemisió que había!, en el Haba ¡no te digo nada! Por el Valle trabajaban todo, los Pacos y el Miguelete ¡menuda huerta tenía el Tío Miguelete! Más para arriba... ¡Uy! Estaba de huerta todo. Vivía mucha gente".

LA ESCUELA...

     "Yo fui poco, algunos iban a la escuela de contino, yo apenas iba una vez. Me acuerdo que vino un inspector a la escuela a ver cómo estaban los muchachos. Y conforme entrabas había una pizarra y había que hacer unas cuentas... y ninguno en la escuela ¡nada! Y me acuerdo que dijo el señor maestro:

     - Veréis con Juanillo, que no viene apenas un día. Me veo allí y...¡pim! ¡pam! ¡pim! ¡pam!... ¡Todo!, que había que hacer dos cuentas.

     Ya que se fue el inspector .. ¡hay que reo les dio a todos! ¡Hombre!, conque yendo todos los días a la escuela y no saber hacer aquello... ¡Hostiena! que había que hacer dos o tres cuentas en la misma ésta... ¡Tardé yo mucho!, ¡en un momento!

     Aún decía el maestro:

     - ¡Qué lástima que no le dé usted estudios a éste! Y luego torpe, ¡hombre! torpe, torpe no he sido".

LA JOSEFA...

     "Ella a excavar, regar, y todo eso... ¡nunca!, ni en el rento siquiera.

     Me acuerdo que yo no quería tener familia, ¡como en mi casa éramos tantos... ¡no, y que no! ... Se empeña ésta y se hace encinta, y estaba allá arriba, en la caseta la Tía Tilana y el manco el Sastre tiró un petardo y, se dio la vuelta el crío, si hubiera nacido a su tiempo, ni brazos, ni nada, nació de siete meses y se murió.

     Yo no quería tener familia... ¡tuvo a mi Andrés!, que me acuerdo donde lo hice y todo. Y ella:

     - Mira, que uno solo...

     Y a la que se le pasaba la regla ¡mi María! ¡mi salvación!

     Yo echaba la marcha atrás y aviao que, a la que éste, yo la marcha atrás. Ahora hay pastillas y de todo".

FIESTAS...

     "Llegaba, los bailes los movían a la mañana hasta el mediodía, a la tarde otra vez baile; pero luego a las doce a acostar. Ahora los mueven depués de las doce".

     "Y en la Fiesta del Rosario, ¡los toros!, ¡madre mía! Me acuerdo yo que un año estaban las vacas amarrás y nosotros, mi padre y yo ... digo, ¡silencio! y estaba la plaza llena de gente y a la que íbamos a llegar tocan a esquilar, ¡mira! ... "

     "Antes había mucha juerga y se divertía uno mucho con los juegos que echábamos... el caso es que la gente sabía que tenía que cobrar, cuando echábamos los juegos. Luego, había reo... la gente se juntaba y había una armonía muy grande, ahora ya no se puede hacer, pues la gente joven hoy, no es como aquéllos ... "

     " Una noche, en casa de Domingo Ramos, se juntaron los muchachos del pueblo, los chiquillos de la misericordia, y los enfilamos para esquilachamorrarlos con la máquina de esquilar los mulos que no cortaba nada. Les decíamos que los íbamos a pelar, iban pasando uno a uno, y todos unas risas! La máquina, al que enganchaba le arrancaba el pelo, todos querían pasar. Al que peinábamos no decía nada, para que pasaran todos. Esa noche Pedro se cayó en la caldera de agua de cocer la cebolla ¡ay que baño se dio...!"

     - ¿ Es cierto que usted, su padre y algunos de sus hermanos han animado muchas fiestas?

     "Yo, en eso sí, juegos, bromas... ¡Uy! ¡Con los juegos que hemos echado! Para las poesías, Gregorio el del Haba y Moisés; yo no he sido para eso, para los juegos sí...

      A mí me convidaban mucho a las bodas para hacer juerga. ¡Hombre! Yo comenzaba a relatar cosas... lo que me venía a la cabeza. Pero, chica, se me ha ido todo eso de la memoria ¡La circulación de la cabeza me va a quitar la vida!"

     "Me acuerdo que antes cuando éramos nosotros chavales, los mozos se liaban mantas al hombro y en el cujón llevaban cantos, y cuando pasábamos los zagales, nos arreaban con la manta. Antes hasta que no entrabas en quintas eras zagal, y en cuanto ya éste, echábamos las músicas y ... eso." 
 
 

     "Cuando yo entré en quintas, éramos trece quintos: Virgilio el Molinero, Gregorio el del Haba, Benardino el Herrero, Bernardino el de la tía Sabina, Mariano el de la Lina, Teodoro de la tía Paquita, un rentero de Villar Hierro, otro molinero que estuvo en el pueblo ..."

     "Los arcos los hacíamos con pino, buje y esparraguera. Los pinos los traíamos del Pino de la Oración y el buje de la Rambla el Carroque. Allí había mucho buje. Los chavales tenían que ir a por todo eso para hacer los arcos. El año que yo entré en quintas llovió y los zagales se negaron, y tuvimos que hacer los arcos nosotros... Antes los arcos se hacían en la plaza, en la Iglesia y hasta en la entrada del pueblo, ahora sólo en la Iglesia".

     "Una vez pusieron una calabaza con una vela encendida. Los ojos, dos bujeros y una vela dentro. Asomamos... y todos allí... ¡Esto es una apariencia!... Y ya vemos a las que lo habían puesto. Luego la llevamos a la era de Mari Vital... ¡Uy! ¡Aquello atemorizaba!"

     "En las fiestas cuando íbamos a echar la música, se cantaban cantares y serenatas. ¡Había una orquesta! Pero grande grande. Allí violines, laúdes, bandurrias... ¡De todo! Enseñaba el señor... éste que ella era de las Casillas de Ranera. ¡Menudas orquestas aquellas! Si yo me acordara de los cantares, llevabas para rato. ¡Pero bien cantado! Pero, chica, para qué te voy a decir... ¡Que no, que no me acuerdo! ... "

     "Recuerdo que a uno le cantábamos Dispense si llego tarde... ¡Mira! Sale con la estaca y dice: ¡No, no, habéis llegado a tiempo!... Se corrían unas juergas muy grandes, todo en harmonia. Se recogía mucho. Y luego a gastarlo entre todos los que cantábamos".

     - ¿Se cantaban jotas?

     "Muchas, se cantaban muchas. Mira, aunque hubiera un año con doce meses, no me oirás cantar una coplilla dos veces".

ELTRABAJO...

     "He tocado a todo... De pastor mucho, mucho... y cuando mis hermanos estaban por ahí y no venían, tenía que ir por la noche a llevarles el avío a todos".

     "Mi padre cayó enfermo con cuarenta y cinco años y yo tenía que llevar todo. Dijo mi padre: Ahora eres tú el amo, no dejes que se te ría nadie".

     "También recuerdo una vez que estábamos de aquel lado del río y el agua se había llevado el puentecillo y mi hermano Angel tuvo que montar en el mureco para poder pasar al otro lado... Padecíamos mucho entonces ¡todos! Hoy la gente joven no sabe nada de padecer. He ido mucho también a segar espliego. Y colmenas, también teníamos: de pino, unas cincuenta. De cajas pocas, que las cajas las tapas, las cargas y ¡hala! Pero las otras de pino hasta la noche no podías tapar las piqueras y luego había que portearlas.

     "Una noche mi Nicasía cobró. Se destapa una piquera, y las abejas al macho, y claro, ¡jodían al macho! y ella no hizo caso, pero ya que me pude desapolichar ¡le pegué un tortazo! Que eso... lo cual que se me hinchaban siempre y aquella noche no se me hincharon. Antes pasábamos muchos trabajos".

     "Pero la miel del pueblo, muy buena. Me acuerdo yo que bajábamos a Minglanilla, y hablando de la miel dijeron que la mejor miel que había era la de Villar del Humo".

     "En cuanto a la siembra, antes, ni abonos ni nada: era todo natural, de la tierra. Lo malo era sembrar a la vuelta de la luna, que eso era cuestión de nada, y lo que se hace en ese instante... si matas un cerdo entonces mismo, la sangre se cuaja y todo. Y parece que no tiene eso delito, pero sí".

     "Nosotros sembrábamos en muchos sitios: en los rochos de la Hoya del Cojo, en la Rambla del Anear ¡ay, qué trigos aquellos! ¡Menudas pimpollas salían allí! Aquello era muy bueno".

 REMASANDO...

     Nosotros en mi casa no hemos pasado hambre y hasta yo a remasar cuatro años. A quitar cuartel 30 tíos, 10 por un lado; quiero decir que uno comenzaba por un lado, otro por otro lado y ¡al que más echara!. Cada uno lo que ganara para él. Pagaban el barril a muy poco, a duro. Ibamos a quitar cuartel, cada uno por un lado, guisabas a escape, lo que te costaba cortar la patata y nada más rematar de guisar, a comer y ¡hala! hasta la noche; y porque no se podía remasar de noche. Entonces se sufría mucho. ¡Aquello era matar a los hombres!".

LA GUERRA...

     "Lo que en lo demás he tenido suerte, ya digo, en las guerras he tenido suerte. En la guerra de África mi padre se gastó perras, pero... ¡ea! aunque yo tenía la talla... después de asayos... luego no hizo falta nada, puse cuarto de mínima, y no hizo falta más; mi padre tenía cogido al coronel de la zona y a todos".

     "De aquí fue mucha gente y venían enfermos. En la otra guerra salí voluntario, en una instancia de voluntarios, ¡claro!, todos estaban en el frente, nosotros en la retaguardia, como la Guardia Civil; con nosotros iba un guardia viejo, íbamos cuatro y aquél es el que hacía. Nosotros nada. En la Motilla había un teniente, un sargento, de todo... y como antes quitaban todo para las colectividades, aquél al contrario, y cuando mandaban a pedir fuerzas al teniente, él decía que estábamos prestando servicio, y nosotros ¡jugando al burro!".

     "Entrábamos allí en Motilla, en la comisaría, como ahora entro en mi casa, pero ¡amigo!, estábamos bien. Escaseábamos de pan, pero de lo demás nada, nos daban la ración y todo, a los guardias, a precio de tasa. A los soldados les daban 10 pesetas y a los guardias nos daban 18 pesetas, había que comer y vestir con eso... ¡Nosotros estábamos muy bien!".

     "En Cuenca los guardias se comían hasta las pelauras de patata y todo. Nosotros, nada de hambre. La Josefa nos llevaba huevos y de todo. Nosotros, aunque teníamos gana que se rematara, disfrutamos mucho en la guerra, y luego ¡la paga que nos ha quedado! En el pueblo se pasó hambre, pobrecillos, aunque tal como mi padre, siempre tenía cosecha ahorrada".

     "Yo no quería tener familia ... tuve a mi Andrés. Y a la que se te pasaba la regla, mi María. ¡Mi salvación!".
 
 
 
 

Que este espíritu jovial no te abandone nunca. ¡Te queremos, tío Juanete!


(Entrevista realizada el 17 de mayo de 1997 y elaborada en julio del mismo año. Hemos respetado sus palabras y expresiones).
 

NECROLÓGICA

Recientemente tuvimos noticia del fallecimiento del tío Juanete. Desde estas páginas lamentamos profundamente la muerte de una persona tan emblemática y entrañable. Queremos tener un recuerdo para él. No te olvidaremos, tío Juanete. D.E.P.

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