Logotipo de la Asociación Cultural Kelatza

 Rincón del bardo

.

 

Poemas


La partida

Ocurrió no hace tanto tiempo. Todavía podemos ver algo similar en alguno de los bares del pueblo. Las cabezas emboinadas no dominan ya el paisaje interior de las cantinas. Pero su recuerdo es imperecedero para los que fuimos testigos de sus largas tardes de tute.

 
Son las tres en el reloj,
el sol es brillante fuego
que quema el asfalto; todos
caminan al bar del pueblo.
Se miran los ojos fijos
buscando los compañeros.
"Echemos un buen tute".
"Como quieras; sólo un juego".
Tapete de verde tela,
cartas pardas en los dedos,
cuatro judías contadas 
para llevar el tanteo.
"Oros, espadas, los bastos,
copas... Tú das primero".
Se cogen los naipes, mudos,
y se colocan en cerco,
abanicos de cartones
sobre las manos latiendo.
El rey en la mesa juega,
el tres, el as... Un incendio
de ira que se arrebola
púrpura en el rostro ciego.
"¿No tenías otra carta?
¿A qué me vienes jodiendo?"
La sota, el caballo, el dos,
otras veinte que cayeron,
otro taco que se escapa
desde los labios resecos.
Y así se acaba la ronda,
y otra ronda vuelve al ruedo,
donde los más ganan poco
y los otros pierden menos.
Pero se pasan el rato
mientras van envejeciendo.
Hay quien rabia por cosillas
que el tiempo va diluyendo,
y al final todos se van
más amigos, ¡compañeros!
 
 

Tomás Salazar.


Severiano

Aún lo estoy viendo.Y ha pasado mucho tiempo ya. Su silencioso caminar entre las mesas buscando a tiempo la cara amiga, sigue vivo en mi recuerdo. A él, y a todos los que se nos fueron, mi memoria.

 
Entra por la puerta... mira,
con sus ojos casi ciegos,
las mesas donde se sientan
sus posibles compañeros.
Se sienta despacio...
pide un café, las cartas luego.
Cuando recoge los naipes,
se lamenta antes de tiempo:
-Éste es mío- dice el hombre,
y hace sonreír al pleno.
Le toca a él repartir;
no se le pegan los dedos.
Nadie se enfada ni grita.
Ya se sabe: es muy viejo.

Gane o pierda, yo al final
pago su café... y espero
su gratitud infalible
por tres duros más o menos.
Y al día siguiente busca,
con sus ojos aún más ciegos,
la mesa donde me hallo
para compartir el juego.

Amigo, mi viejo amigo,
mi poema es tu trofeo.
Yo te pago el café sólo;
tú me das la fe, el sosiego.

Y después de tantos años
¡ahora te veo en el cielo!
 

Tomás Salazar.



  

Villar del Humo se comió mi infancia
  

Villar del Humo se comió mi infancia.
Con su saliva de aromas
regó dulcemente todo mi cuerpo de muchicho.
La Sierra ha sido madre adoptiva
de mis ojos y mis pulmones.
Ha sido la enfermera de cientos de males
que sólo sus manos han curado.
Manos de viento y tormenta.
Manos de palabras y regalos.
Manos calmadas y flexibles.
Manos de amor y sorpresa.
Las mismas manos que utiliza una madre
para educar a su mocoso.
Villar del Humo ingirió mi infancia
y yo digiero sus recuerdos en mi cabeza.
Aquí,
lejos de su vientre,
lejos de ese quirófano de naturaleza,
me encuentro sonriendo,
repasando uno a uno
los vestidos que lucía la Sierra
(uno diferente cada día).
Yo jugaba con ella a las adivinanzas.
La Sierra. Villar del Humo.

 

Mi madre adoptiva se vestía 
y yo adivinaba.
Parece sencillo,
así debió serlo entonces
como lo es hoy.
Pensaba que el río era su bufanda en invierno
y sus sandalias en verano.
Que los montes eran su sombrero de otoño
y en primavera
eran unas preciosas braguitas
(como las que yo regalé a mi hija).
Pero mamá no me daba la respuesta.
Nunca.
Por eso la he visto pintarse los labios con el río
y ponerse anillos de luna sobre sus guantes
que son el monte.
Y no me equivoco.
Villar del Humo se pone ropas de alma
y yo sé que no me equivoco.
Y sonrío, sí.
Sonrío.
Sonrío.
Sonrío.
 

Karlos N. S.

 

A mi amigo Florencio

Insigne Florencio Navarro Sierra,
con pluma brillante en el esclarecer,
costumbres, usos, oficios de enaltecer,
versifica historias de noble tierra.

Pastor, soldado, palomero en guerra,
escribe un libro, registra el ayer,
vate ingenioso, hace renacer,
el pasado, en su lírica encierra.

Trovador, místico, en rima completa,
versos paralelos en acontecer,
de métrica cadencia y símil cuarteta.

Bucólico, heráldico, circunspecta.
¡Oh... Villar del Humo!, ¿Debes agradecer
que uno de tus hijos sueñe poeta?.

                                              Eusebio Malavia Ruiz

 

[Índice [Editorial [Arte rupestre [Eventos [Retrato antropológico [Folclore
[Palabras al viento
[Gastronomía [Flora  [Fauna [Nostálgicos [Miscelánea
[Rincón del bardo [Carismáticos [Podium [En blanco y negro]

Ir a Contenidos